Museo Giancarlo Vitali

Museo Giancarlo Vitali

El MUSEO GIANCARLO VITALI es el segundo nuevo sitio BAC (Bellano Arte Cultura), el itinerario que recorre el casco antiguo del pueblo y se enriquece con eventos culturales.

El proyecto Museo Giancarlo Vitali nace de la idea de rehabilitar y devolver al pueblo espacios de gran connotación histórica y centralidad urbanística, con el fin de rendir homenaje a un artista que hizo de su lugar de nacimiento el tema principal de su poética figurativa, exportándola a un alto nivel de interés nacional e internacional. La ocasión se presenta gracias a la donación de un gran número de obras por parte de la familia Vitali al Ayuntamiento de Bellano y a la Asociación ArchiViVitali ETS con el objetivo de constituir una sede permanente para su estudio y conservación, llevando a cabo una intervención conservadora y renovando «lo que queda» del Palazzo Lorla, comúnmente conocido como «Il Circolo dei Lavoratori» (El Círculo de los Trabajadores) y de los espacios relacionados con él, un lugar que se considera el alma del pueblo y que conserva las huellas de una estratificación milenaria, además de ser, junto con el Palazzo comunale (Ayuntamiento) y la casa del obispo, uno de los edificios más antiguos del pueblo. El nuevo proyecto devuelve la visibilidad a elementos arquitectónicos que, de forma sorprendente, reaparecen como señales de un recorrido que conecta diferentes partes residenciales y antiguos espacios de uso comercial, sacando a la luz estilos y testimonios históricos que, de forma inesperada, rediseñan un recorrido, un redescubrimiento y una nueva narrativa.

El recorrido

La exposición se articula en un recorrido diversificado, en constante diálogo con los elementos arquitectónicos preexistentes, a los que se les ha devuelto una nueva visibilidad y función. Este enfoque tiene como objetivo preservar y amplificar el vínculo de empatía y autenticidad que conecta históricamente el edificio del Palazzo Lorla con la comunidad de Bellano.
Las obras de Giancarlo Vitali se exponen siguiendo un criterio analógico, en lugar de cronológico, en estrecho diálogo con las geometrías del nuevo espacio.

Sala 1

La primera sala, dividida por una pared reflectante, introduce al visitante en un doble espacio asimétrico. Es el mundo íntimo de Vitali: Germana (la compañera de toda su vida), la familia, los amigos. Rostros y presencias que se reflejan unos en otros, testigos e intérpretes de una profunda experiencia vital y de una pertenencia territorial específica.

Sala 2

La segunda sala se caracteriza por una circularidad de contrastes y puntos de vista inesperados.
Una sección también dividida en dos espacios geométricos que celebra Bellano como teatro viviente, fuente constante de inspiración para el artista, en estrecho diálogo con una crudeza cotidiana: naturalezas muertas tradicionales dispuestas «en la mesa», las mismas que durante siglos se han prestado a la vanidad del color y a la representación de la caducidad del tiempo.

El jardín

La tercera sala está al aire libre. La salida al jardín invita al visitante a detenerse ante un gran mural titulado «Uccelli al Museo» (Pájaros en el museo), título tomado de una pequeña serie de obras, fantasiosas e irónicas, que Giancarlo Vitali dedicó a las aves. Este fresco, pintado por Velasco Vitali en homenaje a su padre pintor, invita a ampliar la mirada hacia el paisaje, desde la nítida sobriedad de la casa Lorla hasta el parque que sube hasta el Orrido. Cabe recordar también que el último propietario de esta casa, ahora parcialmente convertida en museo, fue Agostino Lorla (1815-1888), un hombre solitario y dedicado al jardín del Palazzo di Bellano. Amante de los perros y los pájaros, tenía un loro que hablaba y quería que las ventanas del último piso estuvieran siempre abiertas para que las golondrinas pudieran entrar libremente a anidar.

Sala 4-5

El cuarto espacio es un estrecho pasillo que reúne mesas dispuestas o lo que queda «después de la fiesta» y da paso a la gran sala azul.

La quinta y última sala del recorrido está definida por una línea recta centrada en el cuadro «La festa è finita» (La fiesta ha terminado), que divide y contrapone frontalmente dos mundos: los animales y la naturaleza, protagonistas y víctimas de nuestra voracidad.